¡Tu carrito está actualmente vacío!
Yo provengo de un pueblo de España donde hay grandes tradiciones muy antiguas, culturales, festeras, lingüísticas, musicales, culinarias…mi familia es grande, unida y con muchos primos y primas, con los que siempre hemos compartido grandes momentos casi siempre entorno a la comida. Con el paso del tiempo las cosas cambian, me fui a estudiar lejos, nuestros mayores se fueron y fue como si todo se volviera borroso. Aunque cuando vuelvo a mi casa esa niebla se disipa hasta el momento que me adentro en el mar para dejar mi país.
Al llegar a Cerdeña fue como si todo se parase, como si de repente volviese a mi infancia, donde con un dulce recuerdo reviví aquellos momentos familiares que habían quedado en el recuerdo. Lo que más me sorprendió y me gustó, fue observar, como las personas con gran naturalidad, están unidas a la tierra, y casi en una simbiosis con ella, son capaces de dar y coger en modo casi perfecto lo que ésta les ofrece.
Era en el periodo cercano a la navidad cuando por primera vez entre en una casa donde estaban haciendo matanza, (más adelante entendería el porqué de todo) pero la verdad es que me quede muy sorprendida cuando hice el gesto de entrar donde estaban todas las mujeres haciendo la salchicha y una señora muy dulcemente y con mucha educación me pregunto si estaba en esos días de las mujeres, porque si era así, no podría entrar. Por aquel entonces mi italiano no era muy bueno y no podía creerme que apenas conociéndola me preguntase algo así…repito, luego me explicaron el por qué.
Aquel invierno aprendí mucho, y aquel verano, y el otoños siguientes, siempre había algo que hacer, y a mí me encantaba colaborar, aprender y compartir.
Son cosas que aunque sean por obligación los adoras igualmente, porque es el momento en que estás haciendo y compartiendo por y para todos, con la típica jerarquía en la que los más mayores mandan y recuerdan perfectamente cada uno de los detalles de las recetas y de los procesos.
Cuando cuento e España todo lo que producimos, (y sobre todo cuando lo llevo para que lo prueben) normalmente me piden las recetas para hacerlo también, porque somos tan semejantes que nos gustan las mismas cosas.
Ese invierno aprendí mucho y comencé lo que en los años venideros se ha convertido en mi gran afición, la recolección de espárragos, que para mí es la mezcla perfecta entre un paseo y una aventura en el campo, y que creo que les encantará a todos los amantes de la naturaleza y de la comida.
Siempre recuerdo la despensa de mi abuela siempre llena de comida, conservas, patatas, melones, (quizás por la mentalidad que nos dejó a los españoles los años de posguerra), la verdad es que me llamó la atención ver que aquí también se hacían conservas, y me parece genial ya que nos da la oportunidad de preparar nuestros alimentos de una forma más saludable. En definitiva, creo que es una tradición que no se debe de perder porque es el futuro y tenemos la suerte de poder hacerlo.
Luego me enseñaron cómo se hacían las alcachofas, ayudé y me encontré con las manos llenas de pinchos, pero están tan buenas que valió la pena. También me gusta mucho la colección de arrayán, mirto o “murta”, pero reconozco que me gusta más beberlo, cuando hacemos el licor de este.
Cuando llegó el primer año la primavera, aprendí a reconocer los cardos y con un golpe de azadón separarlos del suelo… y luego limpiarlos… pero bueno, esas son cosas aptas solo para manos expertas. Para el mes de mayo aquí empiezan las primeras habas, que decir… buenísimas comerlas frescas (como en Murcia) con un buen vaso de vino y un trozo de queso “pecorino”, aunque también me gustan en la tradicional “fabata”.
En verano lo más divertido es la preparación de la salsa de tomate o como la llaman aquí “il sugo” y todo el procedimiento que implica, lo hacemos en agosto y lo tenemos para todo el año, cuando termina el verano en casa hacemos vino y saba para postres, conservas, rellenos pimientos, y la elaboración de algunos licores como el licor de ciruela salvaje. Y luego, más tarde en el otoño, las setas, aunque no las recojamos por prudencia porque no las conocemos.
Son cosas que, aunque a veces pueda resultar un poco pesadas de preparar, gustan.
En resumen, creo que tengo la suerte de vivir en un paraíso que debemos proteger y respetar y en general respetar y conservar las tradiciones porque son el legado que nos dejan nuestros mayores.